sábado, 14 de noviembre de 2009

Ciclo de cine- Invasión y El Eternauta-


Transcribimos a continuación un fragmento del artículo de Annick Louis "La sombra de los libros sobre la ciudad. Espacialización del relato y confiabilidad del narrador en Borges" (Orbis Tertius, 13, 2007) donde se refiere a los vínculos entre Invasión y El Eternauta:

Devenires del tratamiento borgeano de la ciudad, en el film Invasión (1969), realizado por Hugo Santiago, con guión de Borges y de Hugo Santiago (con argumento original de Borges, Bioy Casares y Hugo Santiago), reencontramos la división entre “ellos” y “nosotros” que articula “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius”. Borges resumía la acción de Invasión del siguiente modo: “Invasión es la leyenda de una ciudad, imaginaria o real sitiada por fuertes enemigos y defendida por unos pocos hombres, que acaso no son héroes. Luchan hasta el fin, sin sospechar que su batalla es infinita.” En Invasión, el grupo que intenta resistir a los invasores (“nosotros”) está en verdad formado por dos grupos cuya identidad es determinada por la geografía de la ciudad, bautizada Aquilea: el grupo del Sur y el del Norte, ambos dirigidos por Don Porfirio Molina; el espectador sigue al grupo del Norte, y no conoce sino vagamente al del Sur. El grupo del Norte es más definido: sus miembros tienen casi todos alrededor de cuarenta años, tienen nombre o sobrenombre (Herrera, Irala, Lebendiger, Silva, El Cachorro), y mueren todos al final; su manera de vestirse, sus costumbres, reenvían al Buenos Aires de los cuarenta. El espectador conoce, en cambio, vagamente a los del Sur; sabe que sus miembros son jóvenes, pero la única cuyo nombre aparece es Irene, que es también la mujer de Herrera. Después de la destrucción del grupo del Norte, la escena final del film muestra al grupo Sur entrenándose en un cuartel general. La distancia generacional define el modo en que se combate: el grupo del Sur, que comienza a organizarse como un verdadero ejército al final, evoca los movimientos de guerrilla latinoamericanos de los años sesenta y setenta. Se ignora prácticamente todo de los invasores, “los otros” —que es también el título del segundo film de Hugo Santiago, con guión del mismo Santiago, Borges y Bioy Casares, realizado a partir de una idea original de Borges en 1974.
Otra derivación de la transformación poética propuesta por la estética borgeana, aunque menos directa, la historieta El Eternauta de Héctor Oesterheld, publicada en su primera versión en 1957, con dibujo de Solano López. El “nosotros” reenvía aquí a un pequeño grupo de resistentes, argentinos puesto que la batalla se desarrolla en Buenos Aires, progresivamente transformados en robots por los invasores, hasta que no queda más que el narrador (el Eternauta) y su familia (su mujer Elena y su hija Marta); “ellos”, son los invasores extraterrestres, que no vemos nunca y de los que poco sabemos, fuera del funcionamiento de la invasión: cada vez que los resistentes creen encontrarse por fin frente a los invasores, descubren que se trata de emisarios esclavizados, que provienen de planetas ya colonizados. Tanto El Eternauta como Invasión pertenecen al período posterior al primer peronismo, y en los dos casos los invasores comparten ciertas especificidades genéricas (aunque Hugo Santiago declaró siempre no conocer la historieta). En estos relatos marcados por la literatura de Borges, la identidad de los invasores se construye alrededor de un vacío, pero su presencia no es por ello menos eficaz ni menos opresiva. ¿Qué defienden los resistentes? En principio, su propia existencia, la de sus amigos y familiares. Pero la verdadera encrucijada es la defensa de la ciudad de Buenos Aires.

Para consultar el artículo completo véase:
http://www.orbistertius.unlp.edu.ar/numeros/numero-13/01.%20Louis.pdf


.También incluimos a continuación un fragmento de "El sueño del Eternauta", artículo que salió publicado en Ñ sobre la figura de Oesterheld, y en el que se pueden observar algunas posibles relaciones entre Invasión -el film con guión de Borges y Bioy Casares- y El Eternauta.

Para consultar el artículo completo:


Diálogos con Borges

El legado del Oesterheld escritor es bastante más abundante de lo que podría suponerse y se nutre principalmente de relatos cortos que fueron publicados en revistas de circulación masiva, lo que lo emparenta con la tradición folle­tinesca y con los escritores-articu­listas estadounidenses del género pulp fiction . Sus primeros pininos los hizo en el marco de la literatura para chicos, ámbito en el que produjo una gran cantidad de cuentos que suelen partir desde el universo clá­sico de las fábulas infantiles, pero que siempre ofrecen una vuelta de tuerca fantástica, un subtexto que encierra una lectura más adulta, reflexiva, donde se hace evidente el toque Oesterheld. Uno de ellos es Eran tres amigos , una pieza en­trañable que narra la amistad en­tre una niña, un conejo y un árbol que fue publicada el año pasado por Planta Editora, en una edición preciosista, ilustrada por Mariano Grassi. "El empezó haciendo tex­tos de divulgación científica para chicos y luego fue creando toda una serie de personajes mara­villosos, mucho más literarios", evoca Elsa, y menciona también los encuentros entre su marido y María Elena Walsh, a finales de los años 60, en los que debatían acerca de las nuevas formas de la literatura infantil y fantaseaban con colaboraciones que no llega­ron a concretarse. Otros encuentros, mucho más impensados por las afinidades ideológicas de los protagonistas, son los que mantuvieron Oester­held y Jorge Luis Borges. La sede era la casa del autor de El Aleph y los cónclaves se extendían has­ta bien entrada la noche, con un temario presidido por pasiones comunes como la ciencia, la filo­sofía y la literatura fantástica. "Se pasaban tardes enteras reunidos, hasta que mi abuela lo llamaba para que volviera a cenar", cuenta Martín, uno de los dos nietos de Oesterheld. "Aunque había una diferencia de edad de casi veinte años, tenían muchos gustos com­partidos y yo intuyo que de aque­llas conversaciones surgieron ele­mentos que luego formarían parte del guión de Invasión". Martín se refiere a la película de Hugo Santiago, estrenada en 1969, con guión de Borges y Bioy Casares, que presenta a una Buenos Aires metafórica, llamada Aquilea, a punto de ser invadida por un mis­terioso ejército. En la trama del fil­me, considerado como una de las expresiones más conceptuales y vanguardistas del cine argentino, se mezclan influencias de La Ilíada y de El Eternauta.